Castro Rendón, comprometido con la vida de los pobladores

Prensa

Cansado de que la inauguración del Hospital Regional no se realizara, el reconocido médico ocupó las instalaciones en abril de 1940. Se caracterizó por estar cerca de los enfermos y más necesitados. También sistematizó el sistema público de Salud.

E l domingo del 14 de abril de 1940, el único médico del territorio del Neuquén, Eduardo Castro Rendón, junto con el enfermero Oscar Arabarco, tomó el Hospital Regional, cansado de tantas postergaciones para su inauguración.

“Abramos el hospital, la gente necesita ser atendida”, le dijo a Arabarco, y con la colaboración de los empleados ferroviarios trasladaron el exiguo mobiliario a la sede de Talero y Santa Fe.
Castro Rendón arribó en 1926 a Neuquén por dos meses, a pedido de uno de sus antiguos profesores y por eses entonces responsable del Sistema Sanitario Nacional. Y a pesar de que lo aguardaba una beca de investigación -otorgada por a la fundación Rockefeller- para ir a Estados Unidos, se quedó en la Patagonia el resto de su vida.

“La Asistencia Pública y la Administración Sanitaria me fue entregada en el andén y de palabra”, así resumió en su momento la toma de su cargo apenas llegado al territorio neuquino.
Una habitación de una casa alquilada en Láinez y 12 de Septiembre era la salita de primeros auxilios que tenía para atender a los pacientes. Contaba que para operar debía poner una sábana debajo del cielorraso para evitar que cayera polvillo sobre el paciente.

El primer reclamo fue el de una ambulancia porque apenas contaba con un sulky para trasladar enfermos. Así llegó el “Ford A” y la designación de un chofer, llamado Oscar Arabarco, quien además fue su primer colaborador. Curso mediante en Buenos Aires y con la guía de Castro Rendón, se convirtió en enfermero, ayudante de quirófano, anestesista y asistente de partos.

Cerca de los que menos tenían

Luego de conseguir tierras fiscales en el alto neuquino, donde concluía el caserío junto a los medanales, se levantó el hospital y para entonces la necesidad de comenzar a usarlo era inmediata.
En una oportunidad, trajo a su amigo y colega Salvador Maza, con quien detectó casos de mal de Chagas en la zona que ya habían provocado numerosas muertes. Para preverlo organizó desinfecciones en las viviendas.
Por esos años Neuquén era un territorio atravesado por la pobreza, cuyas consecuencias descubrió rápidamente cuando recorrió las escuelas con el fin de emprender campañas de vacunaciones masivas a niños. El panorama con el que se encontró era desolador, la mitad de los alumnos concurrían sin el desayuno diario y se dormían sobre sus pupitres, como uno de los signos inequívocos de la desnutrición que azotaba a la población infantil.

En un territorio donde estaba todo por hacerse, secundado por maestras y vecinos fue uno de los fundadores de la cooperadora escolar Conrado Villegas -en Irigoyen 1.601-, que tuvo el objetivo de alimentar a más de 200 alumnos entre los de la Nº 2 y la Nº 61 que se hallaba en el Bajo neuquino.

Se organizaron de tal manera que él se encargó de comprar inicialmente cinco vacas. Como la situación de los presos no era mucho mejor, les otorgó la tarea de ordeñarlas diariamente a cambio de dinero. De esta manera, se aseguraba de que los chicos recibieran el desayuno o la merienda en el comedor y, a su vez, contribuía a la situación paupérrima de los convictos.

Llegaron a tener 90 vacas. Carneaban con la colaboración del matarife José Rosas y así obtenían la carne para el comedor que funcionó de 1927 hasta 1943.

El galpón donde funcionó el comedor también tenía un espacio para destinarlo a la consulta médica y odontológica de los alumnos.

Al servicio de la comunidad

La tarea de Castro Rendón fue amplia y significativa no sólo para la salud de los neuquinos sino también para su acontecer cultural, social y comunal. También fue uno de los socios fundadores de CALF, de la biblioteca Alberdi, y supo presidir el Patronato de Excarcelados.

Entre 1945 y 1952 se radicó en Bahía Blanca, desde donde ejerció el rol de responsable de la Salud Pública de todas las provincias de la Patagonia.

Pero 1957 regresaría a Neuquén por haber sido elegido por voluntad popular Convencional Nacional Constituyente por el Partido Radical. Posteriormente sería ministro de Asuntos Sociales en la primera gestión de Felipe Sapag.

El recuerdo aún permanece en la memoria de la primera enfermera del hospital, María Soldano, quien reside a una cuadra del Castro Rendón y no supo de horarios a la hora de estar al cuidado de los pacientes.
“Yo fui médico pobre y de los pobres. Primero atendía a la gente y después le preguntaba si me podía pagar”, solía decir.

Inicialmente, el hospital que fue ocupado un poco por la fuerza, contaba con 30 camas para su internación, consultorios, salas de partos y un quirófano.

“No me lo querían entregar porque faltaba la puerta que comunicaba un consultorio con otro y la Dirección Nacional de Arquitectura no autorizaba su entrega. Teníamos mucha necesidad de trasladar la asistencia médica. Así que no nos quedaba otra. Nunca me fue entregado oficialmente”, recordaba.

Con los años se fue ampliando, y recién en 1984 pasó a denominarse oficialmente Hospital Provincial Neuquén “Dr. Castro Rendón”, en retribución a quien fue el baluarte y responsable de la sistematización de la Salud Pública en los albores del siglo pasado

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